lunes, 27 de mayo de 2013

Como Ninguna

Pasado tenemos todos, yo lo se.
La certeza de saber que otras te han sentido, saboreado, experimentado… es… tan áspera.
La conciencia de que otras han sentido tus besos, esos que son míos ahora, me resulta punzante.
Yo no tengo promesas eternas. No traigo certezas en el tiempo.

¡Me niego a hacerlas! Mi sentir es difuso y bastante rebuscado, incluso… no por eso menos verdadero. Pero me encuentro en esta nueva molestia de compartirte con el recuerdo de otras.

¿Cómo es entregarte de lejos?  ¿Cómo es esto de meterte en el cuerpo de otras mujeres, explorarlas, conocerlas, y no sentirlas…? ¿Te pasa como a mi –acaso- cuando nadie te llega? ¿Te pasa como a mi?
Y de repente pienso en esas veces que sí sentiste, en esas veces que te entregaste y peleaste. Y siento miedo. Un amargor en el alma.
Esas heridas que traes de repente… todavía sangran. Y se han clavado entre los dos.
Amor, no puedo jurar que no voy a lastimarte. No puedo jurar estar siempre.
Mi única promesa consiste en la Verdad.
En la certeza de que hoy te elijo.
En la certeza de que no soy ellas.  
Si todas estas cosas que te pasan conmigo, ya te pasaron antes… 
Pues a mi no. 
Te doy un lugar en mi vida que es absolutamente propio y egoísta. Es de regocije y de entrega. Ni siquiera te pido que confíes en mí. Porque la confianza no se pide, no se obliga…
Es más ¡Cuestioname!
Poneme en jaque cada vez que puedas (es la única manera que tengo de dejarme ver).
Si es que no nos sobra tiempo… ¡Qué nos sobren ganas!


Teniendo la guardia tan alta siempre, aceptaste compartir un pedacito de ese malestar. Para mi es valioso.
Yo puedo aprender a mirar entre los tabiques. No hace falta que los tires...
(Porque tampoco estoy lista)
¿Empezamos de nuevo…?
 Me presento… soy esa que te llegó -como ninguna- en mucho tiempo. 

Por Sabrina Cintora Vaschetto.