viernes, 26 de abril de 2013

Fenix


Conocí a alguien.
Si, otra vez. Pero este alguien me genera cosas, cosas que tal vez otros no han logrado, no tan rápido.
Siento que tiene cosas que contarme, siento que tuvo momentos de profundo dolor en su vida. Siento que es valiente y que se conoce. Que ve sus defectos a diario y no siente que lo limiten. Siento que se ha caído y mordido el polvo muchas veces, demasiadas. Hasta que ese polvo se volvió dulce en su boca, y aprendió a usarlo como algo más. Similar a una herramienta, poniendo la mierda a su favor, peleó. Y ganó a veces y otras perdió. 
Se ha quebrado en diez mil pedazos reiniciándose una y otra vez. Convirtiéndose siempre en otra persona, en algo nuevo.
Ha pasado por esta vida arrastrándose, deslizándose, arañando el pasto, sudando su propia desesperación logrando erguirse limpio y digno… tantas veces…
Un ser que ha peleado con sus demonios hasta encariñarse con ellos, y que -irónicamente- no teme tener miedo.
Su mente… es como un laberinto de voces disparadas en cualquier dirección. Matizada de cordura, picardía y cicatrices. 
Soñador, romántico, exigente y cruel.
Ambicioso, no tanto para el éxito como para la seguridad. Con una pasión y un hambre casi tan grandes como los míos. Y como me seduce…
Hay algo en su pasado, en la historia que lo conforma, que me permite respirar. Y el aire que sale de mi es tan liviano y abrazador! Me magnetiza, no puedo dejar de sentir.
Y derrite mis pensamientos.
Y me hace sentir un fueguito en el pecho.
Y no puedo dejar de sonreír.
Y de repente hay algo más… algo que casi se traduce como esperanza.


Por Sabrina Cintora Vaschetto