Conocí a
alguien.
Si, otra
vez. Pero este alguien me genera cosas, cosas que tal vez otros no han logrado,
no tan rápido.
Siento que
tiene cosas que contarme, siento que tuvo momentos de profundo dolor en su
vida. Siento que es valiente y que se conoce. Que ve sus defectos a diario y no
siente que lo limiten. Siento que se ha caído y mordido el polvo muchas veces,
demasiadas. Hasta que ese polvo se volvió dulce en su boca, y aprendió a usarlo
como algo más. Similar a una herramienta, poniendo la mierda a su favor, peleó.
Y ganó a veces y otras perdió.
Se ha
quebrado en diez mil pedazos reiniciándose una y otra vez. Convirtiéndose
siempre en otra persona, en algo nuevo.
Ha pasado
por esta vida arrastrándose, deslizándose, arañando el pasto, sudando su propia
desesperación logrando erguirse limpio y digno… tantas veces…
Un ser que
ha peleado con sus demonios hasta encariñarse con ellos, y que -irónicamente- no
teme tener miedo.
Su mente…
es como un laberinto de voces disparadas en cualquier dirección. Matizada de
cordura, picardía y cicatrices.
Soñador, romántico, exigente y cruel.
Soñador, romántico, exigente y cruel.
Ambicioso,
no tanto para el éxito como para la seguridad. Con una pasión y un hambre casi
tan grandes como los míos. Y como me seduce…
Hay algo en
su pasado, en la historia que lo conforma, que me permite respirar. Y el aire
que sale de mi es tan liviano y abrazador! Me magnetiza, no puedo dejar de
sentir.
Y derrite
mis pensamientos.
Y me hace
sentir un fueguito en el pecho.
Y no puedo
dejar de sonreír.
Y de
repente hay algo más… algo que casi se traduce como esperanza.