domingo, 21 de julio de 2013

Colorín Colorado.

En un respiro profundo, noto, que no soy de las que se aferran al dolor.
Y con algo de alegría y alivio,  veo que valgo mucho. Y que mi espíritu sigue ahí, que no me estabas matando al irte, que ya me había suicidado en el transcurso de nuestro compartir. Entonces con profundo pesar me fui pa’dentro, tomando carrera con furia, para salir como siempre, siendo radical, siendo determinante, siendo una locomotora, siendo lo que soy.
Doy por terminado mi duelo. Doy por secas mis lágrimas. Escribo la sentencia para mi navegador.
Porque si, no estoy hecha para banderas blancas. Pero tampoco estoy hecha para llorar a solas, a oscuras y en silencio.
Mirá mis ojos, han aprendido. Tengo una vida en extremo rica y todas las herramientas para lograr lo que quiero. Voy por eso, con toda mi tropa. Incluidos perro y gato.
Querido Mundo: Yo amé. ¿Y sabes que? Sigo viva. Y me encanta.
Respiro de nuevo y arranco.
Arranco para no seguir nutriendo estos sentimientos que se me vuelven demasiado retorcidos.
Arranco para decir, hasta luego, nos vemos en otro sentimiento.
Arranco para limpiarme la sangre de la batalla perdida. Decidiendo que hasta acá, no fue tiempo tirado a la nada.
Pero hasta acá.
Ya no tengo frío desde adentro, soy bien conciente que el frío está fuera de mi cuerpo. Y si ese fuego nació en mi, no vino de vos, sino de mí.
Y en mí seguirá.
Levanto mi ancla, porque los botes ya se fueron y nada nuevo nos espera en la huida. Ordeno mi tripulación, izamos las velas y allá vamos.
Gracias por todo, aplaudan con ganas, porque bajo el telón.
Colorín, Colorado… este cuento, amigos míos, se ha acabado.

                        Fin.

Por Sabrina Cintora Vaschetto