¿Porqué será
que te dedico tanto?… Sale a la luz, simplemente, que busco regalarte algo que no sea perecedero.
Porque en
mis inconstancias, en mis montañas rusas, necesito un cauce. Un ancla, quizás.
Un cable invisible a la realidad que no me trunque, sino que me impulse. Un
resorte. Un trampolín.
Mi deseo
inconsciente es brindarte algo que no se muera, que no se opaque, que no pierda
fuerza, que no se vuelva leve. Quiero
darte algo que me traspase, que permanezca si no estoy.
Es un deseo
de trascendencia, que sólo tiene que ver con vos. Que sólo nace con vos...
¿Por
qué?
Y si me voy
mucho de mí, alejándome de este sentimiento e intento verte sin sentir?
Trato de mirarte y no a lo que siento…
No me sale.
Pues lo que veo me resulta tan magnético. Tan embriagador en un punto, y tan
interesante.
¡Somos tan similarmente distintos!
Es tu forma de mirar, así con mil ojos…
¡Somos tan similarmente distintos!
Es tu forma de mirar, así con mil ojos…
Me
despierta.
Me señalás
detalles invisibles para mí. Tal vez sea por eso que intento devolverte mi traducción de tu perspectiva de la realidad, de
esta forma, en garabatos.
Porque
celebro lo que me haces sentir.
Porque
quiero perpetuar mi homenaje.
Para
acariciarte hacia adentro, sin caducidad.
Porque no
tengo recurso más auténtico que mis letras, es que yo misma soy tan efímera,
tan fugaz, tan huidiza…!!!
Necesito entregarte
algo que se mantenga. Que se renueve y que se alimente de tus leídas (y de las
leídas de otros) para que crezca en miles de universos diferentes, y que (tal
vez) un día, alguien en la calle repita mis palabras trayéndote la confirmación, la alegría y la inmortalidad de este presente.
Te regalo
mis palabras para que sientas mi abrazo firme y cálido.
Para que no
te olvides, que provocas el ímpetu creador de un mundo, con solo ser y estar a mi
lado.
Es por vos, Amor.
Sólo por vos.
Por Sabrina Cintora Vaschetto.